LA MUJER SEPTIEMBRE
de presente y pasado,
sabe que no hay verano sin despedidas
ni otoño sin principios.
Se mueve entre la brisa de un acantilado
y el viento de los árboles de la ciudad,
entre los planes de cambiar de vida
y las promesas de seguir estando siempre igual.
Para la mujer septiembre
agosto nunca acaba
y octubre tarda demasiado en llegar.
Ella se compone de recuerdos,
de cenas infinitas en los bares,
de canciones con el mar de fondo,
le pertenece cada atardecer en una playa,
pero también cada tormenta desde la ventana.
La mujer septiembre
se mueve como música en directo,
puedes verla, todavía, perdida por el Norte
o riendo por el Sur,
porque para la mujer septiembre
la única brújula es su libertad.
La mujer septiembre es una vuelta a la oficina,
pero también una escapada con amigos
en fin de semana,
un retorno a la rutina
y, al mismo tiempo, un guiño al futuro.
La mujer septiembre
a veces abraza a la tristeza,
otras tantas se confunde con enero,
se tropieza en los comienzos
pero, con un poco de confianza,
es capaz de comerse el mundo entero.
A veces, aparece por sorpresa,
es experta en llenar vacíos que no conocías,
es la pizca de esencia que la falta a cualquier año,
es un llego y un me voy,
un antes y un después,
un te quiero y un te odio,
y, al fin y al cabo,
todos acabamos necesitando
un septiembre
para cambiar de vida.
Miguel Gane
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