Pueblo fantasma Real de Catorce. De película
Ante el mundo, México se presenta como un territorio soleado en el que el invierno no es muy fuerte. Pero así como nuestro país es diverso en gastronomía, arte o dialectos indígenas, también lo es en clima. Por más raro que parezca, hay sitios como Real de Catorce que, de vez en cuando, ofrecen una experiencia invernal digna de fotografiarse.
Este pueblo se localiza en la zona norte del estado de San
Luis Potosí, en medio de dos montañas que forman parte de la Sierra de Catorce.
Debido a sus casi 3 mil metros de altitud, Real de Catorce es más bien gélido,
pero el pasado 21 de diciembre, en medio del frente frío número 24, la temperatura
descendió tanto que, al amanecer, rondaba los cero grados. El resultado fue una
extraordinaria nevada que cubrió de blanco los techos de piedra de las casas,
las calles, los árboles y las plantas de nopal de los cerros aledaños para dar
lugar a una postal única.
Real de
Catorce, un pueblo fantasma en medio de la sierra
La historia del pueblo comenzó desde 1773, cuando los
mineros Sebastián Coronado y Manuel Martínez hallaron una de las minas de plata
más fructíferas del virreinato, casi a la par de las vetas encontradas en
Zacatecas y Guanajuato. La búsqueda de minerales en esta región alcanzó su auge
a principios de la década de 1810, aunque siguió operando hasta bien entrado el
siglo XX.
Una día este florecimiento terminó y el pueblo quedó
abandonado. Varios factores contribuyeron a esta situación, entre ellos la
súbita escasez de la plata y la inundación de una de las excavaciones. Poco a
poco, los mineros emigraron hasta dejarlo tal y como luce ahora: como un pueblo
fantasma donde sólo se contemplan muros de piedra, casas polvorosas, naturaleza
salvaje y el paso del tiempo.
¿Qué más
visitar?
Este Pueblo Mágico tiene varias formas de apreciarlo. Para
conocer la vida minera, lo mejor es dirigirse al este de Catorce. Los más
intrépidos pueden rentar jeeps y recorrer la sierra y las montañas de los
alrededores.
Si se busca una experiencia más natural, la recomendación es
una excursión al Cerro Quemado; se puede llegar ya sea a pie o montando un
caballo, de cualquier forma el paseo dura alrededor de una hora. Lo que
caracteriza a este sitio, además de brindar vistas inigualables (sobre todo del
atardecer), es que forma parte de la Wirikuta, un lugar sagrado y de
peregrinación para la cultura wixarika o huichola.
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